EUDANZA
VERANO 2017
AHORA EN DOS LOCALES: MAGDALENA Y BELLAVISTA
La danza es una forma de comunicación artística y de expresión de emociones, sentimientos, pensamientos, imágenes y estados de ánimo del ser humano. También es un medio para entretenerse, divertirse y disfrutar con movimientos rítmicos del cuerpo.
Por estas razones es una
actividad sumamente beneficiosa en la formación del niño al satisfacer su
necesidad de expresión y creación, a través del conocimiento de su propio
cuerpo, ayudándolo a descubrir las múltiples capacidades de movimiento que éste
posee, de acuerdo a su estado evolutivo y a su nivel de rendimiento,
canalizando de esta manera su potencial creativo y energético.
Sin embargo, es necesario
hacer una distinción entre bailar de manera natural y tomar una clase de danza.
Los maestros especializados en danza infantil aconsejan que la edad ideal para
comenzar a estudiar danzas más complejas como clásico o contemporáneo es a partir
de los 7 u 8 años, ya que el niño que lee y escribe está mejor preparado para
la comprensión. Antes de esta edad, desde los 4 o 5 años, conviene recurrir a
cursos de expresión corporal o de iniciación a la danza en los cuáles el niño
irá conociendo de a poco el espacio, trabajará sobre la rítmica, con elementos
y pudiendo también incluirse creatividad a través de la improvisación. En esta
etapa los chicos aprenden a través del juego algunas técnicas experimentando
ellos mismos como trabaja cada músculo. En líneas generales, en una primera
etapa la danza infantil se compone de movimientos sencillos, organizados en un
marco espacio-temporal concreto. Los elementos-pasos, enlazamientos,
evoluciones- pueden ser ejercitados como formas aisladas-unidades de movimiento
- o como formas elaboradas en una composición coreográfica.
Un estudio realizado en el
2006 por científicos suecos de la Universidad de Karlstad y de la Universidad
de Danza de Estocolmo concluyó que la estimulación con danza en chicos
hiperactivos de entre 5 y 7 años mejora notablemente su comportamiento y rendimiento
en clase. El trabajo fue llevado a cabo sobre niños afectados por el desorden
de deficiencia de atención e hiperactividad (conocido como ADHD, su sigla en
inglés). La directora del estudio, Erna Grönlund, indicó que los chicos
"se calmaron mucho después de las clases de danza", y que varias
horas de baile "no sólo mejoraron su atención en la clase, sino que los
hicieron menos agresivos".
Por su parte, en España la
Consejería de Educación y Ciencia de la Junta de Andalucía publicó el documento
“Música, Danza y Expresión Corporal en educación infantil y primaria”, de Félix
Cañal Santos y Cristina Cañal Ruiz, en el año 2001. Allí los autores analizan
el lugar de la danza en la escuela y opinan que, por desconocimiento, no se ha
valorado su potencial como agente educativo. A la vez presentan un proyecto
para la inclusión de esta actividad en los planes curriculares de los colegios.
Proponen que, en las escuelas
infantiles donde se fomente la educación por la danza, se centre la atención en
el efecto benéfico que esta disciplina creativa tiene sobre el alumnado, y no
tanto en la ejecución perfecta de danzas. El impulso innato infantil de
realizar movimientos similares a los de la danza es una forma inconsciente de
descarga y refuerza las facultades espontáneas de expresión. Por lo tanto la
escuela deberá aprovechar e incentivar este factor aumentando la capacidad de
tomar parte, de manera progresiva, en las danzas colectivas dirigidas.
Además el empleo de la danza
permitirá al niño o a la niña valerse de su movilidad para todos los fines
prácticos que persiga en su vida cotidiana. Mediante el baile grupal, los
chicos pueden adquirir la experiencia de ver cómo las personas se adaptan entre
sí, por lo que es una forma valiosa de fomentar las relaciones sociales.
Al mismo tiempo el niño
ejercitará tanto la memoria auditiva (órdenes, consignas, palabras, sonidos,
canciones) y motriz (posiciones individuales y relativas a los demás, pasos,
figuras, gestos, y sus encadenamientos).
Los autores españoles opinan
que con la práctica sistemática de la danza en la educación, los pequeños
perfeccionan el sentido cinestésico: incrementan la conciencia del propio
cuerpo, logran seguridad en los movimientos y acrecientan la capacidad de
respuesta inmediata y automática en los mismos debido a la adecuación a los
variados y diferenciados cambios de velocidad, de ritmo y de ubicación en el
espacio. En consecuencia, consiguen movimientos armoniosos y establecen una
relación corporal con la totalidad de su existencia, modelando su personalidad,
ejercitando en la expresión artística y a su vez viviendo la interacción social
en la práctica grupal.
Estas ventajas de la danza en
la educación infantil se suman al poder disfrutar y recrearse con el movimiento
en un ambiente lúdico, enriquecer la expresión de la afectividad y adquirir
confianza en sí mismos.
Según este informe, el valor
educativo de la danza en los niños es doble: por un lado en la práctica del
movimiento, y por el otro al facilitar el perfeccionamiento de la armonía personal
y social. Y no debe ser omitido el beneficio más importante: por medio de la
danza los chicos hacen uso de su imaginación, se comunican y disfrutan a lo
grande.
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